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Un blog pensado para todos los públicos. Con versión corta y versión extensa de una misma historia, para gente lazy y para gente lover. :D

jueves, 30 de agosto de 2012

...en el silencio...-lazy version

Cállate y dame las llaves.

...En el silencio...-Lovers Version

Cállate. No tienes derecho a reprocharme nada. ¡No!

Después de todo fuiste tú quien decidió que yo no valía la pena. Que hacer un esfuerzo por mi sería en vano.  Así que cállate.

Me pregunto qué pensaste el día en que nos conocimos, con tus rastas largas y mi cara de niña. Hace años de esto y parecía que cada día íbamos regando un mismo jardín donde nuestras flores crecerían bajo el Sol.

No entiendo tus motivos. Ni si quiera sé si los tienes. O es que yo no te los doy. Sólo sé que ahora te gusta más regar jardines con otras... que haces todo lo posible por que el nuestro se seque o al menos no haces nada para mantenerlo. Pero aún sigues viniendo a visitarlo. ¿A visitar qué?

Yo no podía mantenerlo sola, lo hice muy grande para que pudiéramos pasear juntos por él, pero ahora es solo un solar viejo y feo en el que a veces me tumbo a ver pasar las nubes. Por si te apetece venir a arreglarlo.

A veces pienso que tú, con tu vista de pájaro, no puedes verlo entero. Hay lugares que se te escapan. Pero yo lo conozco bien. No está cerca; por el árido camino, más allá de las margaritas marchitas, hay una verja. Tiene una puertecita con la forma que llena el vacío en los arcos de los soportales. A veces me acerco y camino rodeando parte de su perímetro y paso mi mano suavemente acariciando los barrotes que lo rodean.

Dentro hay un jardín. Un jardín salvaje. Un jardín precioso, lleno de flores exóticas y enredaderas. Con zarzas y fresas silvestres que crecen entre la maleza y un pequeño arrollo que no sé a dónde va, ni de dónde viene. El jardín es verde, amarillo, naranja y rojo. Y frondoso. Muy frondoso. Tanto que sólo puedo ver la parte colindante con la reja.

Cuando me acerco la higuera me inunda con su aroma, contándome en clave las maravillas que hay dentro. También huele a limón, a hierbabuena y a tierra mojada... y entonces me impaciento y quiero entrar a toda costa: quiero correr entre las plantas, mojarme en el río. Quiero escalar los árboles y tumbarme en la hierba.

Ya lo he intentado todo, he escalado la verja pero los pinchos finales salvaguardan el jardín, hacer palanca con palos, colarme entre los barrotes... pero nada. ¿Y la puerta? ¿Por qué no puedo entrar por la puerta? Se supone que este es mi jardín, que podría disponer de él cuando quiera. ¿Quien ha puesto esta verja? ¿Quién ha puesto esta puerta? ¿Quién ha vetado mi propio disfrute de algo que en principio es mio? Hay cerradura, pero yo nunca he visto la llave...

¿A lo mejor la tienes tú...