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Un blog pensado para todos los públicos. Con versión corta y versión extensa de una misma historia, para gente lazy y para gente lover. :D

martes, 27 de diciembre de 2011

...seres...-lazy version

Grace bajó rápidamente las escaleras y abrió la puerta principal. Sin pensar demasiado salió disparada hacia la puerta del granero. "Debo de ser muy valiente para estar haciendo esto con tan solo nueve años, recién cumplidos". Pensó para si misma.

...Seres... - Lovers Version


Era pequeño. Mucho más pequeño de lo que nunca lo hayas imaginado.  Más pequeño aún. No alcanzaba siquiera el tamaño de un cacahuete. Tampoco era verde, ni tenía la cabeza desproporcionada. Simplemente era.


Todo había empezado un par de días atrás. Algunos chicos en el colegio empezaron a encontrarse mal y se fueron a sus casas. También muchos adultos se sintieron enfermos. Y entonces empezó el caos. Los hospitales se llenaron de inmensas colas de gente esperando para ser atendidos, pero los médicos no sabían qué hacer.  Nunca antes habían encontrado una patología parecida. No conocían su origen y, desde luego, tampoco su cura.
Los pacientes no presentaban ningún síntoma fisiológico, por eso, al principio lo asociaron con alguna enfermedad psicológica. Sólo había una señal. Decían que sentían la muerte por dentro, pero se trataba de cientos de miles de millones de personas al mismo tiempo.
Entonces ocurrió. Poco a poco empezaron a morir. A algunos les pillaba en plena calle, a otros conduciendo. También morían mientras cocinaban o echaban una carta en el buzón de correos, o simplemente, mientras hacían la compra. Nadie parecía estar a salvo de este virus, plaga o desastre. No había nada contra lo que luchar.


La noche de su cumpleaños, Grace no podía dormir. Salió de la cama y miró por la ventana. Los campos de cebada se mecían suavemente arrullados por la brisa de verano. Pasó su mirada por la totalidad del paisaje. La luna iluminaba brevemente el lago, los cultivos y la estrecha carretera, tan sólo resaltaba el pequeño resplandor intermitente del granero…. ¡espera! ¡¡Nunca antes había habido un pequeño resplandor intermitente en el granero!! ¿Qué era eso?
Grace bajo rápidamente las escaleras y abrió la puerta principal. Sin pensar demasiado salió disparada hacia la puerta del granero. “Debo de ser muy valiente para estar haciendo esto con tan solo nueve años, recién cumplidos.” Pensó para si misma.
Con una pequeña y temblorosa mano Grace empujó un poquito la puerta que se entreabrió dejando un campo de visión de un par de centímetros. Podía verlo claramente. Era un resplandor cálido, anaranjado, amable. Pero Grace no podía ver de qué provenía.
Sintiéndose más confiada y por supuesto mucho más valiete, Grace abrió la puerta sin miramientos. Sus pies descalzos pisaban la paja caída sobre el suelo acercándose, paso a paso al epicentro del parpadeo. 
Se acercó a la esquina. Pero no vio nada. Se agachó. Aún nada que comentar. Cogió entre sus manos un puñadito de paja y pensó asombrada “¡Es una luciérnaga superlucerniente!”
-No soy una luciérnaga- una vocecita minúscula pero grave sonó desde la cavidad en las manos de Grace.
-¡Una luciérnaga superlucerniente que habla y me oye pensar!- Grace no cabía en sí de la emoción.
-¡Qué no soy una luciérnaga!- volvió a sonar.
-¿Y qué eres?
-Soy un kinut.
Grace abrió sus manos y con cuidado fue quitando una a una las pajitas hasta que en su mano no quedo nada más que un diminuto granito de arroz, pero fijándose bien encontró que, a su modo, tenía ojos y boca incluso unos pequeños apéndices de brazos y piernas.
-¿Y si no eres una luciérnaga y de verdad eres un kinut porqué luces?
-Porque me estoy muriendo.
-¿Te mueres? ¡No puedes morirte, nos acabamos de conocer! ¿Qué te pasa?
-Los kinut somos los embajadores de los planetas en la constelación Draco. Es la sede central de las constelaciones ¿sabes?- aunque el pequeño kinut movió su boca para seguir hablando, la niña lo interrumpió.
-No lo sabía. ¿No ves que solo tengo nueve años, recién cumplidos?
-Déjame terminar. Me muero porque los kinut estamos unidos en alma con el planeta al que representamos y yo represento a La Tierra.
-¿Y cuando te mueras te irás al cielo? Cuando mi gato Clauss murió mi papá me dijo que se había ido al cielo.
-¡Escucha niña! ¡El problema es mucho mayor! Yo me muero por que La Tierra se está muriendo. A pesar de todos los avisos, de los desastres naturales, de la contaminación, del aumento de enfermedades, los humanos seguís destruyendo el planeta a pasos agigantados. La única opción que queda es aniquilaros a vosotros para garantizar la supervivencia del resto del planeta.
-Ah! ¡Ya entiendo! Entonces, ¿todos iremos al cielo con Clauss?
-¡Niña! ¡¿Cómo te llamas?!
-Grace.
-Escucha Grace, esto es muy importante. Tienes que salir ahí fuera y hacer entender al mundo que tienen que parar de destruir La Tierra. Que La Tierra les está matando a ellos por instinto de supervivencia y que sólo si logran salvarla a ella, ellos también vivirán. ¿Lo entiendes?
-Si…- Grace se puso triste. Había comprendido por qué la gente moría. Había comprendido por qué nadie encontraba una cura y también por qué no podía dormir. Bajó sus manos hasta el suelo y depósito allí al pequeño kinut.

Grace salió del granero sintiéndose importante. Tenía un mensaje de gran envergadura que dar al  mundo. “Un mensaje demasiado grande,” pensó, “para una niña de nueve años, recién cumplidos”.

martes, 15 de noviembre de 2011

super pequeña - lazy version

Madrid metamórfica. Crisálida de héroes y guarida de villanos.

Super Pequeña - Lovers version


Levantarse con el timbre de un viejo móvil pasado de moda y desayunar té sin azúcar para no alterar su sabor. Tomar una ducha de agua bien caliente, tanto que luego no se ve reflejada en el espejo, como un vampiro. Intentando intuirse dibuja en el cristal empañado un par de colmillos a la altura de la boca y unos murciélagos alrededor de la cabeza. Cuando sus garabatos desaparezcan, ella volverá a ser humana.


Sale a la calle enfundada en sus katiuskas negras bajo un techo de paraguas. Más arriba, un techo de nubes grises. Más arriba, un techo de universo. Más arriba, sólo Dios sabe. Se dirige a su escuela.


Pasa desapercibida entre sus compañeros por mutuo acuerdo. Ella se hace invisible. Ellos no se meten con ella. Y así transcurren los días, no sabe muy bien si malgastando su juventud o sobreviviendo a ella.


Lleva música de Chaikovski en su mp3 y lee a Tolstói en sus ratos libres. Nunca ha encontrado alguien con quien compartir sus gustos y aficiones.


Cuando acaban las clases sale escopetada hacia la el anonimato de las calles. Madrid metamórfica. Crisálida de héroes y guarida de villanos. Infinitas oportunidades para brillar y para humillar. Pero no, no para ella.


Se sienta en el saliente de una fachada y mira pasar la vida. La gente.La lluvia. El tiempo. Y toma conciencia de que es pequeña comparada con el mundo, con su techo de nubes grises. Con el universo y con Dios sabe qué. Se ha dado cuenta de que es muy pequeña. Superpequeña.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

finis mundi - lazy version

Ella olía al recuerdo de una tarde de tormenta...

finis mundi - Lovers version

Prisioneros del tiempo, había llegado el momento en el que sus caminos se separaban dando paso a lo desconocido. Todo aquello que nunca antes se habían atrevido a imaginar, siendo poco previsores, quizá por miedo.

Claudia yacía sobre la cama de una austera habitación. Nunca le habían dado mucha importancia a lo material. Se tenían el uno al otro.

Los ojos cerrados. La respiración débil. Los labios rojos. La piel fina, tan fina... Podía verse cómo se le escapaba la vida.

Mario contemplaba la fúnebre escena que protagonizaba su compañera de viaje sin saber muy bien qué hacer. Ya nada podía aliviar su dolor.

Mientras esperaba no podía evitar recordar tiempos pasados. Tiempos mejores en los que habían conocido mundo.  También habían hecho grandes amigos aquí y allá, siempre les gustó viajar. Las tardes en el sofá cuando Mario intentaba leer el periódico y Claudia se tumbaba con la cabeza en su regazo y le hacía un millón de preguntas. Tomar un café casi en silencio, solamente disfrutando de la compañía, el juego de miradas. Hablar con el cuerpo. Los paseos por el parque. Ella siempre quiso ser pájaro y los columpios la acercaban al cielo.


De pronto Claudia frunció ligeramente el entrecejo sacando a Mario de su ensimismamiento. Respiró por última vez y murió. Mario se levantó lentamente, rodeó el lecho matrimonial y se tumbó en su lado de la cama. Ella olía al recuerdo de una tarde de tormenta, lejos de lo qué él había imaginado. A besos robados en los portales, a cosquillas en el estómago y a aquellas ganas de vivir de las que ya no quedaba nada vivo.


Mario cogió su mano, cerró los ojos y comprendió que el fin del mundo había llegado.


lunes, 31 de octubre de 2011

magia - lazy version

freshly baked # from Hogwarts. sales here.

Magia - Lovers version

Snoopy se tambalea borracho pidiendo limosna a la entrada de una calle putrefacta del centro de Londres. El dependiente de una tienda me suelta, baila un vals conmigo y camina hacia detrás. Me meo de la risa. Desde el suelo me levanto, tropiezo con mi pie izquierdo. Me saluda el elefante rosa volador. Un chiste con patas me asalta por la acera. Los adoquines tienen los colores del arcoíris. Salgo de la estación. Esquivo una honda vital por poco. Goku me apunta. Me bajo.


Hemos llegado. Es curioso que me pida el billete un ornitorrinco con traje de faralae. Me sacudo las migas. Saboreo este rico pastel. La camarera me devuelve mi cambio. Me animo a probarlo. "Freshly baked  from Hogwarts. Sales here." Me llama la atención un curioso cartel, en la cafetería del vehículo. Tengo hambre. Me despierto.

lunes, 24 de octubre de 2011

Josh y Alie - Lovers version



Josh no soportaba a su hermana Alie. Como era la pequeña, mamá le prestaba mucha más atención. Además Josh debía cumplir con algunas tareas de la casa mientras que Alie nunca tenía que hacer nada. 


Josh hacía su propia cama, recogía sus juguetes y se encargaba de alimentar a Pavarotti, el gato gordo que, según papá, maullaba con voz de tenor.


Alie en cambio no hacía nada, ¡ni sabía hacer nada bien! Se cagaba en los pañales, golpeaba sus juguetes contra el suelo y a veces tiraba del rabo al pobre Pavarotti. Además era muy caprichosa y siempre quería cualquier cosa que Josh tuviera entre sus manos.


Mamá siempre se ponía del lado de Alie "¡Porque es muy pequeña!", decía. 
-No tiene que hacer la cama porque es muy pequeña.
-No tiene que recoger los juguetes porque es muy pequeña.
-Comparte tus cosas con tu hermana, ¿no ves que es muy pequeña?


Eso siempre sacaba de quicio al pobre Josh. Por eso, cuando mamá no le veía, se las ingeniaba para hacer alguna travesura a su hermana. Cortaba el pelo de sus muñecas y se lo echaba en la sopa a Alie, le tiraba de las trenzas hasta hacerla gritar, le ponía los zapatos al revés, le tapaba la cara para que se asustara y le echaba pimienta en la crema de verduras... Y entonces Alie lloraba. Lloraba desconsoladamente. Y cuando Alie lloraba, Josh se ponía loco de contento. Una pequeña victoria a su favor aunque sabía que después le esperaba el castigo de mamá.


Una mañana mamá se hartó de las travesuras de Josh y de los lloros de Alie. 
-Necesito que me deis un respiro- dijo. Y salió de la habitación.


Josh nunca había visto a mamá tan enfadada. Por una vez enterró el hacha de guerra, cogió a Alie y salio al jardín de atrás.
-No hagas ruido Alie,- le dijo a su hermanita- mamá necesita descansar. 


Ella se sentó cerca de la puerta y se puso a jugar con sus muñecas mientras tarareaba una canción.


Por su parte Josh, que era el hermano mayor, se sentía bastante mal y deambuló sobre la hierba nevada pensando en lo que había hecho. De repente se topó con la superficie helada de la piscina. Se tumbó en el suelo y golpeó el hielo para ver su consistencia. Si, era bastante grueso. Cogió una piedra y la tiró. Ésta rebotó a lo largo del cuadrilátero, casi hasta llegar al otro lado. 


Josh corrió hasta allí, aunque mamá se lo tenía "más que prohibido"  y se tumbó para recoger la piedra. Alargó la mano... unos centímetros más. Ya casi llegaba... ¡plonch! De tanto estirarse tenía posado la mitad de su torso sobre el sólido hielo, pero por fin, había conseguido su piedra.


Al levantarse escuchó un leve crujido que se fue haciendo cada vez más fuerte. En unas milésimas de segundo el hielo había cedido al peso del niño y Josh cayó en el agua gélida. Intentó chillar, encontrar la salida, golpeó el cristal que ya sólo le dejaba ver el cielo... nada daba resultado. Sentía como el hielo iba calando en sus huesos, se le congelaba la mirada, el frío comprimía sus pulmones, el agua los penetraba. Se disolvía su vida. Se fue.


Alie, en la tranquilidad de su juego de muñecas, se peguntaba donde se había metido su hermanito mayor. Le apetecía llorar un rato.



domingo, 23 de octubre de 2011

Josh y Alie - Lazy version

Josh trataba tan mal a su hermana pequeña que cuando cayó deslizándose bajo el hielo de la piscina, Alie siguió jugando con su barbie.